Occidente sin Honor: La Decadencia del Espíritu Militar

 Occidente sin Honor: La Decadencia del Espíritu Militar


Los grandes hombres de la Antigüedad no concebían la vida sin honor, disciplina y fuerza. Para ellos, el valor no era una virtud opcional, sino el pilar sobre el cual se sostenía el orden del mundo. La idea de vivir sin honor habría sido impensable para un romano, un griego o un Tercio

 


Desde las academias de Esparta hasta las legiones de Roma, desde los templarios de Jerusalén hasta los caballeros de Castilla, el ideal del hombre estaba indisolublemente unido a la guerra, al sacrificio y a la grandeza. Los líderes de los grandes imperios —Alejandro Magno, Julio César, Constantino el Grande, Carlomagno, Alfonso el sabio , Jaime I de Aragón , Pelayo, Carlos V, entre tantos otros— fueron antes que nada guerreros.



Su visión del mundo nacía del combate. Gobernaban porque sabían mandar, y sabían mandar porque conocían el peligro. Un imperio sin una base militar sólida jamás habría prosperado. La Roma imperial se alzó sobre las lanzas de sus legiones. Bizancio resistió siglos gracias a su disciplina y fe. El Sacro Imperio Romano Germánico se sostuvo por la espada y el deber. Incluso los reinos cristianos de la Europa medieval entendían que sin espada, no hay cruz; sin fuerza, no hay justicia.



Pero todo cambió con la Revolución Francesa, cuando la debilidad de los reyes y la cobardía de sus cortes abrieron las puertas a un nuevo orden mundial. A partir de entonces, los mediocres, los pusilánimes y los débiles comenzaron a gobernar. Esa fue la semilla que germinó hasta nuestros días, donde el hombre moderno es débil, indeciso y vulgar.



Hoy el honor es visto como algo retrógrado, casi una superstición. La moda es ser “vintage”, exhibirse en cafés, hablar de libertad sin comprender su precio. La ambición de Occidente ha muerto: ya no soñamos con imperios ni con gloria, sino con comodidad.

Nuestros líderes carecen de temple; nuestros altos mandos de las FFAA buscan jubilaciones doradas antes que defender el honor que la República les confió. Carabineros sin vocación, militares sin convicción, aviadores involucrados en delitos de tráfico  Todo esto no es casualidad: es el reflejo de una sociedad corrompida por la debilidad moral. Vivimos en un tiempo donde los hombres son blandos, y los blandos engendran tiempos oscuros. Hombres que permiten la decadencia dentro de sus propios hogares, que callan ante el maltrato y la injusticia.

Como advirtió Nietzsche, los mediocres y los enfermos del alma han impuesto su moral de esclavos. La fuerza, el honor y la grandeza fueron reemplazados por el conformismo y la banalidad.

¿Dónde está el fuego de Occidente?

¿Dónde la herencia de Roma, de Castilla, León, Navarra ,Aragón ?



Somos nietos de Roma, herederos del Imperio más grande de la humanidad, y sin embargo nos comportamos como ratones.


Escrito por Conquistador

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